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Economía social
Irma Lila Zentle

Una nueva economía: Social y feminista

Las mujeres se encuentran en la búsqueda y construcción de alternativas socioeconómicas, y es a partir de diferentes prácticas y ejercicios resilientes, que las mujeres se encargan de garantizar la vida.

La participación de las mujeres en la vida económica y social es y ha sido uno de los elementos más importantes para la reproducción ampliada de la vida. En México, según cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)[1], en 2018, las mujeres representaron el 43.7% del personal ocupado. Incluso si analizamos la participación de las mujeres fuera del ancla del mercado laboral, podemos observar también que para el mismo año, el trabajo doméstico –naturalizado como una responsabilidad femenina- representó el 23.5% del PIB, lo equivalente a $ 5.5 billones. Lo anterior, pone de manifiesto el papel protagónico de la mujer en la sociedad y en su territorio, para garantizar la reproducción social. 

El sistema económico neoliberal, da cuenta de manera expresa, de que son también las mujeres quiénes se han enfrentado a diferentes desigualdades por género, así como dinámicas de exclusión y desvalorización de sus trabajos. Cabe mencionar que aun cuando las mujeres participan en el mercado laboral, estas se enfrentan a discriminación, subempleo, brechas salariales y precarización. Muchas otras mujeres se enfrentan al desempleo por jornadas de trabajo que no corresponden a los horarios para el cuidado de la vida, generando así una crisis de cuidados, lo cual es propio de un sistema económico capitalista que prioriza la reproducción ampliada del capital a cualquier precio.

Ante dicho panorama de crisis sistémica, las mujeres se encuentran en la búsqueda y construcción de alternativas socioeconómicas, y es a partir de diferentes prácticas y ejercicios resilientes, que las mujeres se encargan de garantizar la vida. Una de las alternativas, es las prácticas de la economía social, la cual propone accionar un sistema socioeconómico centrado en la lógica de la reproducción ampliada de la vida, bajo una subjetividad colectiva en valores y principios cooperativos, apostándole a una transición-hacia-afuera del sistema del capital de manera gradual, ya que su fin no es el capital, sino la reproducción de la vida[2]. Dicha alternativa propone crear grupos y empresas bajo esa lógica, por lo que son muchas mujeres las que han decidido organizarse en colectivo, generando así, una feminización de la economía social.

Por otro lado, la economía social y la economía
feminista – definida a ésta como un conjunto de miradas y reivindicaciones feministas
frente al sistema económico… tal como lo hace frente al sistema político, y
frente a la normativización de los cuerpos y sexualidades” ­[3]– tienen como punto de
encuentro algunos planteamientos; como es el reconocimiento de los aportes de
las mujeres en la sociedad y la posibilidad de superar el lugar de
subordinación dado por el patriarcado. Asimismo, la organización de las mujeres
en colectivos, cooperativas y/o empresas de economía social autogestionadas
ofrece una posibilidad de empoderamiento económico-político, colectivo y
participativo de las mujeres, a través de la construcción de su autonomía
económica y su reconocimiento. “En general, las mujeres participantes se sienten más
fuertes, valorizadas, con mayor autoestima por
su conocimiento y su capacidad de innovar a partir de poco”[4], además de
promover su participación en otros movimientos y
articulaciones sociales.

En suma, la práctica de la
economía social no solo busca trascender la esfera económica, sino otras
esferas de la vida, por lo que la actuación de sus valores ético-políticos
refuerza la cultura cooperativa, equitativa y solidaria de los modos y las
cotidianidades de vida. Para ello, las mujeres, juegan un rol importante, es
por eso que en la práctica de la economía social la perspectiva de género debe
estar de manifiesto.


[1]              https://www.inegi.org.mx/programas/enoe/15ymas/

  • [2]           Aguilar, E. & Sotomayor, H.
    (2018). Un imaginario incompatible: el concepto de desarrollo en la economía
    solidaria. En Santamaría, Yufra y De la Haba (Edi.): Investigando Economías Solidarias
    (Acercamientos Teórico-Metodológicos). Erapi. Catalunya. p. 139-140.

[3]              Pérez, A. (2017). Subversión feminista de la economía. Aportes
para un debate sobre el conflicto capital-vida.
3ra Edición. Madrid.
Traficantes de sueños, p. 24.

[4]              Nobre, M. (2015). Economía solidaria y economía feminista:
elementos para una
agenda. En Faria, N., Moreno, M., & Nobre, M. (Comp): Las mujeres en
la construcción de la economía solidaria y la agroecología. Textos para la
acción feminista. Sempreviva Organização Feminista. Sao Paolo.

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Irma Lila Zentle
irma.zentle@iberopuebla.mx
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