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Economía social
Verenice Reyes

Un espacio de escucha
entre mujeres

” Del poder de la organización femenina quiero hablar en este artículo donde, ante un sistema que incentiva la individualización, impulsar procesos y espacios de organización se vuelve una forma de resistencia “.

Hay un dicho clásico en la cultura mexicana que dice “Mujeres juntas, ni difuntas” expresando que, como mujeres, somos incapaces de empatizar entre nosotras, de trabajar en equipo y de organizarnos, pero si este dicho fuera verdad, las grandes conquistas, resultado de la organización femenina como el derecho al voto y el acceso a la educación universitaria, hoy no serían una realidad. La misión de Apolo 11 que llevó el hombre a la luna fue posible gracias a un equipo de mujeres programadoras, cuyo papel fue clave, aunque ignorado durante décadas.

Del poder de la organización femenina quiero hablar en este artículo donde, ante un sistema que incentiva la individualización, impulsar procesos y espacios de organización se vuelve una forma de resistencia. Uno de estos espacios es “El círculo de mujeres”. Al reunirnos entre mujeres, en un espacio seguro, desde la armonía y el autodescubrimiento se gestan espacios de empoderamiento ante la situación de desventaja estructural de género en la que vivimos.

Un círculo de mujeres es un punto de encuentro, donde nos reconocemos cargadas de una infinita conciencia, que, colocándola en colectivo, es una fuente de sabiduría con un profundo efecto de sanación. Al reunirnos entre nosotras, hablando de lo que cada una piensa y siente, se genera un proceso de autodescubrimiento sin ninguna otra regla más que solo ser.

La importancia de ser un círculo recae en que, con esta forma, se incentiva un flujo de energía constante que permite vernos y reconocernos en el mismo nivel de escucha y diálogo oponiéndose a un orden jerárquico, todas las voces son importantes y cada una comparte. Una regla fundamental del círculo es que ninguna debe quedar sin ser escuchada.

El 12 de diciembre de 2019, con un grupo de colaboradoras de la universidad Iberoamericana Puebla, iniciamos un grupo de mujeres, todo comenzó con la intención de realizar un círculo de lectura, sin embargo, en la primera sesión fue muy notoria la necesidad de escucha. Por tal, de forma natural, la sesión se desarrolló en un esquema en el cual cada una contó con un espacio donde podía expresar con toda franqueza cómo se sentía en los distintos ámbitos de su vida. Esta actividad ha ido evolucionando como un espacio de liberación para cada una de las que participamos en él.

Presento a continuación algunos pasos básicos para comenzar un círculo de mujeres.

1.- Ser consciente de la necesidad de encontrarse con otras mujeres. Tener clara la importancia e identificar el deseo de tener un espacio donde poder compartir con otras mujeres las historias y los sueños, es fundamental.

2.- Encontrar a otras. Invitar a otras mujeres que compartan esta necesidad. Es importante que el círculo sea formado por mujeres que tienen alguna relación previa, esto permitirá que se comience en un espacio de confianza y soltura.

2.- Asignar una hora y fecha para la primera sesión. Como un elemento simbólico se recomienda definir una fecha que, por alguna razón, sea significativa para el grupo.

3.- Definir el objetivo de la sesión y la actividad que se realizará. Es importante que la sesión tenga una logística previa donde se defina qué actividad o actividades se realizarán durante el encuentro, estas pueden ser: hablar, escuchar, realizar una escritura, dibujar, pintar, danzar, entre muchas otras. La actividad seleccionada debe tener un sentido y un propósito definido.

4.- Participar en la sesión. Se recomienda que, para el desarrollo, se tome en cuenta lo siguiente: 

a) Sentarse en círculo para tener una visión horizontal de todas y permitir que fluya la energía.

b) Definir normas de conducta, establecer acuerdos de convivencia.

c) Presentar los marcos y la forma en la que funcionará la sesión.

d) Hablar una persona a la vez.

e) Escuchar sin prejuicios, con empatía y compasión.

f) Permitir el silencio cuando así se considere necesario.

g) Si se desea comentar algo a lo mencionado por una participante, realizarlo desde la narración de una experiencia y no como un consejo o retroalimentación.

5- Dar un nombre al círculo y asignar un símbolo que lo represente. Esta actividad se recomienda realizarla posterior a la primera sesión. 

6.- Definir la fecha de la siguiente sesión. En la medida de lo posible, hacer un calendario de la reunión, esto permitirá que el círculo tome un espacio específico en la agenda de las participantes, destinándolo como un tiempo de gratitud a ellas y no como el espacio sobrante en la agenda.

Los puntos anteriores son algunas recomendaciones para quienes quieran comenzar un círculo, es importante mencionar que no hay una logística definida, cada círculo tomará la naturaleza que las participantes quieran darle, es decir, responde a la necesidad presente del grupo.

A poco tiempo de haber iniciado con nuestro círculo de mujeres hemos podido percibir que escuchar es un arte que involucra no sólo todos los sentidos sino al corazón. Tiene un poder curativo que nos permite avanzar sin sentir el peso de la carga, aquella que, por ser mujeres, socialmente se nos ha impuesto. Al escuchar nuestras voces y nuestros latidos nos construimos, deconstruimos y reconstruimos. Nos hermanamos con todos los espacios de mujeres que en sus tiempos y desde sus necesidades, unidas, se fortalecen.

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Verenice Reyes
verenicereyescristobal@gmail.com
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