Una reflexión sobre el nuevo paradigma del trabajo
Muchos de ustedes seguramente han escuchado la frase “el trabajo dignifica”, la cual es atribuida a Karl Marx. Independientemente de la corriente ideológica que se siga, esa frase tiene mucho de verdad. Si lo reflexionamos un poco, podría tener un trasfondo evolutivo relacionado a cómo la supervivencia en tiempos remotos dependía completamente del trabajo realizado durante el día, seguramente cazando algunos animales, recolectando frutos, construyendo refugios, etc. Los miembros más activos del grupo, aquellos que con su trabajo propiciaron mayor bienestar en la comunidad serían reconocidos; por el contrario, aquellos que no hacían mucho probablemente no eran muy bien vistos o incluso excluidos.
El trabajar nos permite desarrollarnos en distintas dimensiones humanas, desde las primeras etapas de la vida, especialmente las escolares, nos van preparando para el trabajo y el desarrollo que representa o al menos, eso parece que se intenta. A través del trabajo, podemos experimentar emociones diversas viviendo éxitos y también fracasos, aprendiendo nuevas habilidades y sintiéndonos orgullosos de poder aplicarlas para solucionar circunstancias que se presenten día con día y con ello colaborar e impactar en la organización, en la comunidad y en la sociedad en general. El trabajo, finalmente es una parte importante de la vida, no solo representa la manera de ganar un sustento, también forma parte de nuestra validación como personas en la sociedad.
Pero, ¿qué pasa hoy en día? Todo indica que nos enfrentamos a una transformación importante en la dinámica laboral, las cosas comienzan a ser distintas a lo que nos enseñaron o a lo que estábamos acostumbrados. Ahora, estamos viviendo cambios acelerados al paradigma del trabajo y comenzamos a ver el inicio de una transformación disruptiva. La tendencia indica que en múltiples áreas de la industria manufacturera y de servicios el involucramiento de personas cada vez será menor. Diversas disciplinas se están viendo o se verán proximamente transformadas por estos cambios, por poner un ejemplo, el caso de la inteligencia artificial y los cambios que generará en la medicina, facilitando y acelerando los diagnósticos con solo analizar el expediente del paciente o abaratando el desarrollo de medicamentos personalizados. No queda duda, los beneficios podrían ser muchos, pero ponen sobre la mesa el reto de actualizarse y encontrar nuevos nichos de trabajo, los cuales seguramente se irán generando conforme la tecnología avanza.

Debemos recordar que no es la primera vez que el mundo toma un curso como el actual, volteemos al pasado y ubiquémonos en las revoluciones industriales previas. Nos percataremos de que la tecnología ha traído en cada etapa cambios relevantes al paradigma del trabajo y estos son seguidos por periodos de ajustes en la empleabilidad de las personas.
Ahora, no voy a omitir que la manera en que estos cambios están sucediendo actualmente son mucho más acelerados que en el pasado y puede significar un problema importante para lo cual se esperaría un periodo de ajuste en los trabajos y en las habilidades requeridas. Es por ello necesario generar estrategias que permitan la actualización de todas las personas a nuevos paradigmas, ya que de no ser así estaremos al borde de una crisis de empleabilidad que no solo afectará económicamente, también perturbará dimensiones más profundas del ser humano.
Desde una perspectiva personal, considero que para comenzar a adaptarse a nuevas realidades se debe fomentar especialmente en estudiantes y en trabajadores una cultura del aprendizaje flexible y autónomo, donde el interés por adquirir nuevas habilidades sea una constante. Este interés por aprender puede ser satisfecho sin problemas gracias a las plataformas educativas gratuitas y de pago existentes.
Sin embargo, acceder a dichas plataformas puede ser el verdadero reto, ya que depende principalmente de tener dispositivos digitales actualizados, conexión a internet de banda ancha y para las plataformas con costo, la disponibilidad de recursos para financiar los cursos. Es claro que en un contexto como el nuestro no todos tienen la posibilidad de acceder a estas herramientas, es por ello necesario pensar en estrategias, organizadas por gobiernos, instituciones educativas, empresas y sociedad civil en conjunto que permitan acercar estos medios a todos por igual ¿Requerirá presupuesto y voluntad política y social? ¡Por supuesto que sí! Pero dar los medios para la actualización de habilidades y conocimientos es actualmente la única manera que podría ayudar a mitigar los vertiginosos cambios que están por venir.
Ahora es momento de actuar, repensemos las cosas y organicémonos para poder abordar de la mejor manera el nuevo paradigma que corresponde a esta época, reconociendo siempre el valor dignificante del trabajo y su importancia en la sociedad.