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Vanguardia
Luis Camacho

Un virus transformado la educación

En las últimas semanas, hemos experimentado un mundo completamente distinto al que estábamos acostumbrados. La pandemia del Covid-19 nos obligó a transformar nuestra forma de vida casi de manera inmediata, llevándonos  a un aislamiento social y un periodo de cuarentena que comparado con otros establecidos a lo largo de la historia, resulta muy distinto gracias a las herramientas tecnológicas actuales.

Y es curioso, porque, podríamos decir decir que ya estamos “acostumbrados” al uso de dichas herramientas, sin embargo, nunca habían sido tan esenciales como ahora, mas bien, las habíamos visto como un complemento para nuestro hacer diario, nunca se había tenido la oportunidad de integrarse a nuestra vida de manera tan profunda como hasta ahora.

Estoy seguro de que muchos nos cuestionamos si ese viaje de trabajo que tuvimos hace unos meses era realmente necesario, así como hay juntas que podrían haber sido un e-mail hay viajes que podrían haber sido una videollamada, imaginen el impacto económico y ambiental que esta premisa podría tener.

Sin lugar a dudas, esta contingencia va a traer un cambio abrupto en la manera que llevamos nuestras vidas y marcará un antes y un después en muchos campos. Tendremos un periodo en el que aparecerán innovaciones importantes o se acelerará el progreso de algunas ya existentes, las cuales serán la base de una nueva forma en la que funcionará al menos una parte del mundo.

Una de las áreas que seguramente tendrá mayores cambios, es la educativa. Aunque ya ha venido actualizándose poco apoco en el uso de plataformas digitales a lo largo de los años aún hay grandes vacíos que no han dado claridad de hasta dónde se puede llegar a mejorar la experiencia educativa a través de estas herramientas. Y bien o mal, por falta de interés o tiempo, muchas instituciones educativas no se empeñaron en explorar dichas posibilidades hasta que causas de fuerza mayor pusieron a prueba lo mucho o poco que habían avanzado al respecto. 

En mi experiencia como docente universitario, durante esta contingencia he podido reflexionar hacia donde puede ir la educación a través de las herramientas tecnológicas, y les quiero platicar un poco al respecto.  Abro con esta pregunta… ¿Cómo hemos vivido este cambio abrupto desde la academia?

Podría describirlo como diverso, por un lado, la diversidad de generaciones dentro del cuerpo docente ha hecho que para algunos sea mas fácil adaptar sus cursos al formato a distancia que para otros, el seguimiento no ha sido homogéneo, se usan distintos métodos, formatos y plataformas, lo cual para docentes y alumnos puede resultar confuso. Sin embargo, considero que dentro de todo se ha logrado mantener a flote el semestre. Las plataformas digitales actuales han demostrando que son de gran utilidad, aunque sí requerirían algunos ajustes de usabilidad para mejorar la experiencia, eso sí, nos demuestran que hacen completamente viable el dar clases a distancia, por lo menos en aquellas de contenido teórico. Esto sin duda trae consigo cuestionamientos muy importantes para algunos, uno en el aspecto humano y otro en el aspecto técnico, por un lado la importancia de la vinculación profesor alumno en el espacio de estudio, aquí podemos identificar posiciones encontradas, pero no podemos obviar que dicha interacción resulta trascendente en el proceso de aprendizaje ¿que tanto se puede afectar debido a el uso de plataformas a distancia? Y, por otro lado, ¿qué pasa con las materias más técnicas?, aquellas que requieren de un laboratorio o taller para lograr sus objetivos de aprendizaje.

Es aquí donde visualizo un futuro donde un modelo híbrido puede surgir, que brinde flexibilidad a profesores y alumnos en el proceso de aprendizaje sin limitar la experiencia del mismo. Un modelo que definitivamente requerirá el desarrollo de ciertas habilidades para el manejo del tiempo y altos niveles de responsabilidad de parte de los involucrados.

En algunos ejercicios de prospección dentro del IDIT hemos imaginado que la universidad se vuelva un espacio donde uno llega a experimentar y a probar lo aprendido, no son solo aulas y clases, si no espacios de innovación, creación y práctica, donde hay un encuentro directo con los profesores, pero en otra dinámica más enfocada en la aplicación del conocimiento, con acceso a las herramientas y laboratorios necesarios. Un ecosistema donde los estudiantes tienen la libertad de probar y trabajar con mayor enfoque en sus proyectos, integrando en el proceso su aprendizaje teórico el cual fue obtenido de maneras más flexibles, podríamos llamarlo incluso “bajo demanda”. Es claro que en un modelo así existirían muchos cambios y retos en lo económico, en lo conceptual y en lo referente a la gestión.

Esa migración a un nuevo modelo tiene sus retos y dificultades, y me gustaría mencionar las siguientes, por un lado, una de las principales dificultades es de infraestructura, en mi experiencia, he visto como a algunos estudiantes de otros estados no les es posible conectarse de manera apropiada a las plataformas debido a que el ancho de banda en donde viven no es suficiente. Sin eso, ninguna transformación es posible. Por otro lado, un reto importante es el cómo las instituciones universitarias van moldeando ese posible futuro, por ejemplo, la IBERO Puebla ya cuenta con un equipo especializado y dedicado en dichos temas.

Por último, algo que considero un reto y una dificultad actual, es el mindset de las generaciones de estudiantes; para lograr un modelo así se requiere de personas que logren gran eficiencia y eficacia de manera autogestiva, disciplinada y en un esquema flexible que les permitan el desarrollo de las habilidades indispensables para los profesionistas del siglo XXI, pero ahí tendríamos que cuestionarnos los formatos de los niveles de educación previos y ese será un tema para otra ocasión. El cambio es constante y en ocasiones llegan variables que lo aceleran, hoy lo estamos viviendo y lo mejor será aprovecharlo, no solo esperar a que llegue ese mundo transformado sino colaborar en el proceso.

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Luis Camacho
alberto.camacho@iberopuebla.mx
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