La voluntad de emprender
Historia, cultura y adaptación de quienes comparten sueños y necesidades.
“No existe desarrollo humano sin historicidad, sin cultura, sin democracia, sin respeto a la disidencia y a la heterogeneidad” (Solís, 2010).
Vivimos en una sociedad y en un mundo globalizado, complejo y con enormes desigualdades. Las crisis mundiales alteran la vida de los pueblos y de sus gobiernos. Las personas relacionan el desarrollo con bienestar, calidad de vida, progreso, modernidad y en muchos casos con “la posesión de cosas” aunque generalmente lo hacen con pensamiento “individualista” y emprendimientos “solitarios”.
Veamos tres momentos en la historia de Puebla que nos demuestran que sin duda la voluntad de emprender es una estrategia infalible para no quedarte en el camino.
En la sociedad novohispana a finales del siglo XIX, la importancia de los conventos de religiosas como centros productores fue fundamental. A las Carmelitas de Puebla y otras monjas de la ciudad, se les podía ver hilando la seda, elaborando dulces, flores de papel, bordados, chiles en nogada, turrones y otras cosas como fuente de ingresos para sostener su orden religiosa. Dice María Cristina Suárez: “Las monjas de la ciudad de Puebla fueron las más célebres cocineras” (Suárez, 1991), y podríamos agregar que emprendedoras excepcionales.
Ya en el siglo XX, después de la revolución, comienzan a llegar empresas transnacionales y con ellas productos, criterios de comercialización, técnicas de producción, sabores, olores y colores.
Se pasa de la loza al plástico, del barro al vidrio, de la madera al peltre. Los dulces “de antes”, “los que hacían las monjitas” subsisten como una categoría de “tradicional” y lo viejo se convierte en “artesanía”, categoría que se niega a morir y que guarda celosamente la historia, la cultura y el emprendimiento de quienes comparten sueños y necesidades. Las cocinas poblanas siguieron fabricando y emprendiendo negocios con la artesanía y repostería poblana.

Hoy, a inicios del Siglo XXI, en Puebla tenemos el Instituto de Desarrollo e Innovación Tecnológica de la Universidad Iberoamericana de Puebla (IDIT). Aquí la fabricación digital es una realidad que algunos creen que amenaza con desplazar de forma importante la mano de obra en las industrias. Pero, el verdadero cuestionamiento está en si las artesanías serán capaces de subsistir a la era digital. Javier Sánchez, académico de la UIA en el prólogo del libro “Neoartesanía en América” nos da algunas respuestas… “La artesanía se asocia con la expresión cultural y la cosmovisión de determinada comunidad”, condición que sin duda pensamos prevalece inamovible a lo largo de la historia, y agrega “Las artesanías son laboriosas (demandan tiempo) y son locales (asociadas a un espacio específico). Por otro lado, la fabricación digital tiene prisa (ahorra tiempo) y se puede acceder a sus diseños por código abierto desde cualquier parte del mundo (espacio global)” y finaliza diciendo que ambas, artesanía y tecnología deben coexistir y dialogar. (Arnao, 2019).
Pues bien, en el IDIT en los últimos tres años se han incubado más de 750 empresas utilizando la fabricación digital como parte del proceso de desarrollo de producto en muchos casos, artesanales.
A la luz de los breves ejemplos que he mostrado puedo concluir que la voluntad de emprender, basada en las necesidades, capacidades y sueños de los emprendedores, siempre tendrá la posibilidad de adaptarse a las nuevas tecnologías para reconstruir con su historia, cultura y valores la sociedad, así como recrear lo público, como expresión comunitaria y solidaria de su destino.
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Referencias:
Arnao, W. G. (2019). Neoartesanía en América. Lima, Perú: Universidad Nacional de Ingeniería.
Solís, A. E. (2010). Ventaja cooperativa y organización solidaria en un mundo complejo. (C. Universitario, Ed.) D.F., México, México: Fontamara.
Suárez, M. C. (1991). La dulce Puebla – Los dulces de Puebla (Lecturas históricas de Puebla ed., Vol. 67). (C. P. Secretaría de Cultura, Ed.) Puebla, Puebla, Méxivo: Gobierno del Estado de Puebla.