La economía popular ante la crisis
“La tragedia es una oportunidad para dejar florecer nuestra voluntad de cooperación y ayuda”.
Grandes debates se han desarrollado en torno a responder si los seres humanos somos por naturaleza solidarios o egoístas, algunas aportaciones argumentan que el desarrollo de las sociedades ha sido posible gracias a la cooperación y la ayuda mutua. Por otro lado, se dice que el ser humano es por naturaleza egoísta. Si bien, no es intención de estas líneas tomar una postura, sí lo es, presentar que, ante diversos casos de severo riesgo y contingencia, la sociedad mexicana ha demostrado una profunda condición de solidaridad, la brigada “Los Topos Tlatelolco”, generada a consecuencia del terremoto en México de 1985, es un claro ejemplo de la organización social impulsada desde la solidaridad, que emerge ante situaciones de tragedia.
La tragedia es una oportunidad para dejar florecer nuestra voluntad de cooperación y ayuda, sin embargo, en un país como México, con las grandes desventajas estructurales que lo caracterizan, esta condición pone de manifiesto los estragos que el modelo económico dominante ha generado a lo largo de años en la sociedad. Con lo anterior, hago referencia a la desigualdad económica, con el 50% de la población en condiciones de pobreza, la tragedia no se vive igual en todos los hogares, más aún, no todos tienen las mismas posibilidades de resistir.
La contingencia por la que estamos cruzando en México, visibiliza de una manera bastante clara, el sector mayoritario de la población, que no tiene los condiciones para acatar las medidas de protección emitidas por las instituciones encargadas. Aun con el inminente riesgo, la población sale a ganarse el sustento, porque este sistema es incapaz de defender su vida. Este sector del que hablo se le conoce como Economía Popular, un término para hacer referencia al comercio popular, el campesino, el pequeño emprendedor, el pequeño productor y el trabajo doméstico, también conocido como empleo informal, mismo que no es contabilizado en su totalidad dentro de la economía.
La Economía Popular es el resultado de todos aquellos que el mercado laboral ha excluido, gracias a las nuevas formas de concentración de riqueza que día a día necesita menos trabajo asalariado. Hablo de una forma de trabajo mediante la cual las personas que no pueden acceder a un empleo formal resuelven su vida, realizando una serie de actividades económicas que se enmarcan en la sobrevivencia diaria y que, de ninguna manera, dan la posibilidad de “Susana distancia” y del resguardo total.
Paradójicamente, ante una condición de crisis, se observa cómo la Economía Popular, esa que no se contabiliza, tiene una indiscutible participación en el sostenimiento económico del país, es la que mantiene a esta sociedad funcionando, pues ésta no para, aun con el riesgo.
Ante la tragedia, resulta fundamental impulsar relaciones de cooperación y solidaridad, pero exige también una mirada crítica sobre el modelo económico que estamos sosteniendo. Esta crisis brinda la posibilidad de reflexionar la forma de pensar y hacer economía. Nos encontramos en un momento crítico de carácter global, que evidencia aquello que se necesita replantear, desde una postura que coloque como finalidad de cualquier actividad a la persona, la comunidad y el entorno viviente. Una economía solidaria que garantice el resguardo de la vida, exige visibilizar las otras economías que desde sus trincheras satisfacen las necesidades básicas de un sector que tiene las condiciones de acatar las medidas de prevención ante la contingencia, donde “Susana distancia” y el resguardo sí están presentes.