La cuarentena entre lo físico y lo virtual
En México y el mundo un virus y algo más de doscientos días de “cuarentena” o “confinamiento voluntario” han sido suficientes para cambiar drásticamente la vida de poblaciones enteras, desde el comenzar a usar nuevos accesorios de seguridad e higiene hasta acostumbrarnos a nuevas maneras de convivir y trabajar.
En este proceso nos hemos topado con quienes, en una especie de negación, no siguen las mínimas medidas de seguridad, tal vez, debido a una extraña “nostalgia” (por decirlo de forma amable) a cómo eran las cosas antes.
También hemos encontrado por un lado a quienes quisieran poder guardar esas medidas a cabalidad para protegerse y proteger a los suyos, pero no les es posible, y por el otro a quienes, teniendo todas las posibilidades, prefieren tratar de vivir como si no pasara nada poniendo en gran riesgo no solo su salud si no la de los demás.
La pandemia ha abordado el contexto nacional de maneras diversas, sin embargo, algo que muchos en mayor o menor medida hemos experimentado es una acelerada integración a entornos virtuales, que, aunque ya estábamos en ellos, ahora nos encontramos inmersos de formas mucho más profundas en sus bondades y sus peligros.
Hemos cambiado las salas de juntas por pantallas cuadriculadas que, aunque cada vez con más opciones que permiten mayor expresión para mejorar la experiencia, nos han limitado en otros aspectos. Hemos transformado las reuniones con amigos y para muchos se han vuelto video llamadas que de forma creativa permiten recrear, aunque sea parcialmente, la dicha de encontrarse con los que queremos. No hay duda, gracias a la tecnología la actual crisis ha sido más llevadera, pero siempre queda una ligera sensación de extrañeza que podría deberse a lo diferente de esta nueva experiencia, comparada con lo que algunos podríamos considerar una vivencia humana “completa”.
Es claro que, cuando la pandemia pase, muchas cosas que hemos desarrollado debido a ésta se mantendrán y eso es genial, las plataformas virtuales nos han mostrado su gran potencial, sin embargo, somos seres de experiencias multisensoriales que nos permiten integrarnos e interactuar con nuestro entorno y sus distintas esferas. Es importante no olvidarlo ya que es fundamental para nuestro desarrollo como seres humanos.
Cuando termine la pandemia no podemos quedarnos atorados por siempre en entornos virtuales, en pantallas planas, en teléfonos atascados de aplicaciones que no usamos o en mundos virtuales donde nuestros avatares se divierten como nosotros quisiéramos.
Les invito a entrar en una reflexión sobre lo que queremos para el mundo post-pandemia, donde veamos las maneras de preservar lo mejor de los nuevos modelos y a su vez, recuperar y crear experiencias humanas ricas y aunque sea parcialmente libres de intermediarios virtuales.