El privilegio de la conexión
“La tecnología está sirviendo como un puente para mantener la cercanía y como un constante intruso en nuestra vida diaria “.
El mundo está cambiando, lo hemos escuchado todos los días por muchos años y hoy estamos viviendo ese cambio de manera vertiginosa. Hasta hace unos meses la mayor parte de la educación se mantenía en aulas y las oficinas eran el lugar de trabajo promedio, con algunas personas trabajando desde casa. Hace unos meses la realidad cambió los papeles, hoy la casa se convirtió en la oficina, la escuela e incluso el lugar de recreación, ya no es solo un lugar de descanso.
El mundo se transformó debido a una crisis de salud, pero se mantiene trabajando y siendo productivo, en temas no esenciales, gracias a la tecnología. Para el 53.6% de la población mundial (Statista, 2019), siendo únicamente el 47% el promedio en países en vías de desarrollo, que tenemos acceso a internet; nuestro trabajo y nuestras vidas, se han mantenido a través de una pantalla.
Quedarnos a trabajar en casa implica mucho más que únicamente abrir una computadora y comenzar a teclear, requiere adaptar un espacio, seguir una rutina, respetar horarios y momentos, garantizar acceso a internet, de preferencia de alta velocidad porque las video conferencias consumen ancho de banda. Esto, sin contar que, en una familia promedio, se tienen dos personas conectadas a trabajo en línea y un par de niños conectados a escuela de manera virtual. Sin mencionar los costos de tener equipos para todos, esto implica una forma radicalmente diferente de pensar, tanto espacios físicos como emocionales.
La tecnología está sirviendo como un puente para mantener la cercanía y como un constante intruso en nuestra vida diaria. Le llamo intruso porque no importa cuánto queramos aislarnos de las noticias falsas, éstas llegan. La sensación de estar híper-conectado se ve agravada con clientes y compañeros de trabajo en diversos usos horarios que, estando en las mismas condiciones que nosotros, olvidan las diferencias de tiempo y asumimos la comunicación debe ser inmediata, olvidando que el estar en casa implica actividades adicionales a las que estamos acostumbrados en nuestro horario laboral típico.

Imaginemos por un momento que estamos en 1918 cuando la gripe española fue la causante de una pandemia similar a la de hoy en día, se perdieron vidas, empleos, años escolares y muchas vidas. La diferencia entre hace cien años y hoy, es el avance en ciencia y tecnología, en la actualidad tuvimos muchas señales de que debíamos comenzar a cuidarnos antes de que llegaran las muertes a nuestras ciudades, los estudios se pueden mantener y los trabajos también (sin tomar en cuenta la recesión que vivimos, misma que es objeto de otro análisis), tenemos el privilegio de no requerir salir, pues prácticamente todos los bienes básicos llegan a la puerta de tu casa.
Trabajar, en este momento, para los que tenemos acceso a internet y una computadora, es posible por los avances en la tecnología; pero ¿qué pasa con quienes no pueden costear la conexión? ¿Qué hacen aquellos que no tienen una computadora, tableta o celular con acceso a internet constante para seguir comunicados en este momento?
Estamos viviendo un mundo donde, a pesar de lo que se pudiera pensar, la tecnología todavía no es el gran unificador de clases; al contrario, se ha vuelto una parte crucial de la división. Un niño que no tiene acceso a internet no puede continuar con sus estudios, un profesor que no cuenta con conexión en casa debe salir a buscarla para poder impartir clases y poder continuar con su trabajo, en algunos casos los empleados podrían seguir su trabajo en casa, pero sin acceso a internet de alta velocidad se hace imposible y dicho acceso tiene un costo que en muchas familias no se pueden permitir.
Para poder mantenerse a flote las pequeñas empresas que viven al día deben invertir en tecnología, plataformas de comercio electrónico en el caso de los que cuentan con mayores recursos y en un celular con plan de datos, en el caso de los más prudentes, para que sus clientes puedan tener acceso a solicitar sus servicios a través de teléfono o redes sociales. Para quienes hemos vivido conectados a internet desde que tienen memoria algunos y desde que inició para otros, es difícil pensar en estar hoy en día incomunicados, para nosotros así se siente, pero la realidad en el mundo es otra.

Pensar en alternativas de conexión ha sido un reto que se ha tenido que afrontar a marchas forzadas en estos meses y se mantendrá en los próximos, la pregunta pertinente es ¿debería ser el acceso a internet y a tecnologías de conexión un derecho humano, similar a la educación y al trabajo? Las condiciones de salud el día de hoy implican que si no tienes acceso al primero difícilmente se pueden garantizar los últimos dos.
Nos falta mucho como país para llegar a garantizar el acceso a la tecnología al 100% de la población, si hoy no tuvieras acceso a la hiper-conexión que hace tu vida escolar, laboral y recreativa posible en casos de cuarentena ¿qué estarías haciendo? ¿Qué podemos hacer para hacer llegar la conexión básica a los que hoy no la tienen?
Fuentes Artículo:
Statista 2019, percentage of global Population Accesing the Internte from 2005 to 2019 https://www.statista.com/statistics/209096/share-of-internet-users-in-the-total-world-population-since-2006/