Economía Social frente a la pandemía
El COVID-19 vino a agudizar y acelerar lo que ya de por sí se veía venir, una crisis económica y social a nivel mundial sin precedentes, con mayor afectación a los países “en desarrollo”. Hoy por hoy, los efectos del coronavirus representan una amenaza a las condiciones de vida de gran parte de la población, por lo que una vez más la naturaleza nos obliga a reconocer que somos seres sociales interdependientes. Éste punto de inflexión en la historia de la humanidad es, por tanto, una oportunidad para direccionar nuestro camino hacia una sociedad y una economía distinta que priorice la vida antes que la ganancia.
Para David Harvey el COVID-19 constituye “una venganza de la naturaleza por más de cuarenta años de grosero y abusivo maltrato a manos de un violento y desregulado extractivismo neoliberal”. Por otro lado, el virus vino a poner en evidencia la desigualdad económica, la crisis sanitaria, el racismo, la deslegitimización del papel del Estado, la descomposición social y la degradación medioambiental como resultado de un sistema económico que ha lacerado y condenado a la desigualdad de las sociedades con mayor crudeza desde principios del siglo XVIII. Para Byung-Chul Han el virus puede representar “una forma de aislarnos e individualizarnos, dado que cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia, no generando ningún sentimiento colectivo fuerte, pues él considera que la solidaridad solo consistente en guardar distancias mutuas, más no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa” y de apoyo a las capas más vulnerables.

Es por ello que al ser nosotros, seres pensantes y sociales podemos plantear otro imaginario, caracterizado por diferentes prácticas e iniciativas alternativas de solidaridad y de reciprocidad, el virus ni ningún otro obstáculo destructivo lo hará por nosotros, de aquí partimos, para esforzarnos en construir esa sociedad que queremos. No sabemos sí el COVID-19 se trata de un golpe al estilo ‘Kill Bill’ como menciona Slavoj Zizek, lo que sí es cierto que “podría conducir a pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global”.
La Economía social y solidaria en su carácter de innovación frente a la crisis, propone un nuevo escenario y la posibilidad de crear alternativas que prometen colocar en el epicentro a la vida, como dice Zibechi “mover la aguja de la economía y la política”, es por ello que para hacer frente a la crisis económico y social, derivado del COVID-19, la Economía Social y solidaria propone un posible marco estratégico de reactivación de relaciones de producción, intercambio y consumo basadas en la solididaridad y la cooperación, orientada a las personas y a la distribución igualitaria . Para ello, debe combinar los recursos y capacidades de las mayorías sociales y de las organizaciones de la sociedad civil bajo principios éticos.
Para reorganizar la economía, se propone lo siguiente:
- Repensar el consumo, es decir, pasar de un consumo alienante a un consumo consciente, local y sostenible. Esto puede ser a través de compras de productos locales, amigables con el medio ambiente, sanos, así como alimentos nutritivos de origen vegetal producidos con técnicas agroecológicas que puedan ayudar a fortalecer nuestro sistema inmunológico, posiblemente mejorando nuestra capacidad para resistir diversas amenazas, incluidos los virus contagiosos como COVID-19.
- Organizaciones vecinales y familiares para compras colectivas de bienes y servicios para acceder a precios más asequibles, evitando a toda costa las compras de pánico.
- Transitar de una producción de mercancías superfluas o de baja demanda a una producción de mercancías de primera necesidad. Es importante rastrear las necesidades reales de las comunidades y generar emprendimientos colectivos locales de propiedad común para para poder satisfacerlas.
- Organizarnos en cooperativas que no solo cumplan la función de autoempleo y generar autosuficiencia financiera, sino también la de sentirse acompañados y de poner en práctica valores cooperativos. Estas cooperativas pueden ser de producción de bienes, de cadenas de valor y de servicios, como ejemplo: cooperativas de vivienda, de electricistas, de trabajadoras domésticas, etc.
- Apostar por prácticas solidarias, de autogestión, que generen lazos de confianza y de reconstrucción del tejido social: como el trueque, bancos de tiempo y monedas complementarias alternativas, que permitan el libre intercambio flujo de bienes y servicios, sin la necesidad de una moneda de curso legal, debido a su escasez, en ésta coyuntura, favoreciendo el comercio local.
- Producción para el autoconsumo; es decir, la capacidad producir nuestros propios alimentos, a través de huertos de traspatio, huertos urbanos, así como otros bienes necesarios para el sostenimiento de la vida.
- Articular practicas de la economía popular para reproducir la vida. Aprovechar actividades de base en las comunidades; tales como intercambios de favores, actividades de asociaciones barriales, donaciones, tandas, estas últimas representan una opción de financiamiento.
- Unirse a cadenas cortas comerciales, promover una relación directa productor-consumidor. Hay productores del campo locales que tienen cantidades ingentes de alimentos que ponen a disposición a precios bajos. El campo es crucial para la sobreviviencia.
- Por otro lado, se deben tomar en cuenta vínculos y redes con instituciones, ONG’s, iglesias, universidades, empresas, a través del aprovechamiento de medios digitales y virtuales, en caso de tener acceso.
- Finalmente, hablemos otro lenguaje: el de los derechos, el de lo común, el del autocuidado, y el cuidado mutuo. La autocontención y la sensatez; mantener la calma, ayudar a otros que se encuentren en una situación de ansiedad, pánico, enfermedad o incluso afectados por el virus.

Las iniciativas de economía social y solidaria han demostrado a través de la historia de la humanidad que son una opción para superar las crisis económicas y sociales, específicamente en éste modelo capitalista, pues crea las condiciones necesarias para sostener la vida, los casos de éxito son innumerables, como ejemplo,el uso del trueque en Argentina frente a la crisis de 2001, las monedas alternativas en España durante la crisis de 2008, el surgimiento del cooperativismo en Brasil en la segunda mitad de los años 80’s después de la década pérdida en las economías latinoamericanas aunado al nuevo plan estructural neoliberal, entre otras iniciativas, por eso hoy más que nunca se muestra la pertinencia de su practica, asimismo, es una propuesta para todas las personas, por lo que su puesta en marcha no debe limitarse a esta contingencia, es tiempo de cambiar de dirección.
Hermoso mensaje y plan de organización social. Felicidades .!!!
Muchas, gracias! Saludos.
Muchas gracias!
Su articulo me ha servido para un ensayo en la Universidad, Gracias
Nos da mucho gusto que sea de utilidad. ¡Saludos!
Nos da mucho gusto que sea útil. Un abrazo.