¿Cómo funcionan las caretas anti-contagio?
Los libros y películas post-apocalípticos, además de guerras nucleares, catástrofes ambientales y meteoritos gigantes que impactan a nuestro planeta, suelen también tocar el tema del contagio generalizado de terribles virus que arrasan con la población a lo largo de nuestro planeta. Hoy, cuando cumplimos dos décadas del siglo 21, la realidad alcanza a la ficción. Bueno, todavía esperamos lograr mitigar el grado de afectación de nuestras comunidades aclarando que cada pérdida de un ser querido es lamentable y nos unimos en su duelo con todas las personas en esa situación.
La presente pandemia causada por Coronavirus evoluciona con contagios, enfermos cuya gravedad va desde afectaciones leves como las de un ligero resfriado, hasta neumonías severas y lamentablemente fallecimientos. Los casos graves están relacionados con dificultades respiratorias que requieren ventiladores, respiradores y cuidado intensivo. El cuidado de la salud de estas personas gravemente enfermas implica que el personal de salud tenga contacto directo con ellas, aumentando drásticamente los riesgos de contagio, ya sea del paciente hacia el personal de salud o viceversa tomando en cuenta que gran parte de las veces aún no se cuenta con el diagnóstico confirmado o la persona es portadora sin saberlo y por lo tanto transmisora del virus.
Una visión simple de los virus es que son material genético que invade las células para lograr reproducirse, cosa que no les es posible por sí mismos. Al invadir para reproducirse, los virus generan afectaciones en el organismo del que forman parte esas células. Además, los virus se propagan de un organismo portador a otro por diferentes medios.
Una persona puede contagiarse del coronavirus por contacto con otra persona infectada. La enfermedad puede propagarse de persona a persona por las pequeñas gotas que salen despedidas de nariz o boca cuando la persona infectada tose o simplemente cuando habla o cuando exhala. Estas pequeñas gotas caen en las superficies de objetos que rodean a la persona emisora, de modo que otras personas pueden contagiarse si tocan estas superficies y luego se tocan la cara, específicamente ojos, nariz y boca. Estas partes que tienen mucosas son las vulnerables, mientras que la piel es una barrera muy efectiva contra el contagio viral. También ocurre el contagio al inhalar gotitas que todavía se encuentran suspendidas en el aire.
Los Coronavirus miden aproximadamente 120 nanómetros de diámetro, esto es como un décimo de la milésima parte de un milímetro. Son apenas más grandes que otros virus como los de la Influenza tipo A y con forma más regularmente esférica. El tamaño y la forma importan pues afectan la distancia hasta la que alcanzan a viajar a través del aire. En el caso particular del Coronavirus, el alcance es de dos metros. Suficiente para contagiar durante el cuidado de cualquier paciente en el ambiente clínico.
Las pequeñas gotas que provienen de la boca de un paciente al exhalar o al hablar tienden a seguir una trayectoria parabólica debido a su masa y a la atracción de la gravedad, pero son tan pequeñas que su trayectoria resulta drásticamente afectada por la fricción del aire e incluso por masas de aire más caliente que van ascendiendo, todo en un espacio de escala de centímetros que separan a las dos personas. Las partículas contagiantes están destinadas a llegar sin problema desde su lugar de origen hasta las mucosas del receptor en ojos, nariz y boca… a menos que se interponga una barrera en el camino.
Se intuye rápidamente que se puede utilizar una pantalla transparente frente a la cara. El equipo de investigación del doctor William Lindsley del National Institute for Occupational Safety and Health, reporta reducciones de riesgo de exposición a partículas, utilizando una pantalla plástica en la cara, de 96% y 92% instantes después de una tos que proviene desde una distancia de 46 cm y de 183 cm respectivamente. También reporta una reducción de riesgo de 23% cuando ya pasó un minuto después de la tos, circunstancia que admite la posibilidad de que las partículas suspendidas se hayan trasladado alrededor de la pantalla protectora.
La cantidad de pacientes aumenta de forma exponencial, el equipamiento de protección es escaso y no llega tan rápido al usuario final que lo necesita urgentemente. El Mtro. Aristarco Cortés, director del Instituto de Diseño e Innovación Tecnológica de la Ibero Puebla, toma la iniciativa y junto con la Mtra. Leticia Ruiz y la Diseñadora Alejandra Ronquillo lideran la construcción de miles de caretas protectoras. La labor se convierte en realidad con la mano de obra de colaboradores del instituto que voluntariamente se integran a este proyecto. Las caretas están siendo donadas a las instituciones de salud públicas en la región. En estos días aciagos, el IDIT se aparece como una transparente barrera en la trayectoria de contagio del virus que nos importuna a toda la humanidad. Por acciones como esta, tenemos confianza en que pronto viviremos días mejores.