El tiempo, un consumible no renovable…
Cuando hablamos de consumo típicamente pensamos en productos físicos o contenido multimedia, pero en realidad lo que más consumimos es tiempo y rara vez nos ponemos a pensar en esto. Se trata de nuestro recurso no renovable más preciado y cualquier actividad por simple que parezca requiere de una inversión de tan valioso elemento.
En circunstancias típicas previo a confinamiento, invertíamos tiempo en transportarnos al trabajo y hoy tenemos ese recurso liberado para aprovecharlo en otras actividades. Recordemos que el tiempo no se ahorra, no podemos hacer una bolsa o una cuenta con el tiempo no utilizado, de manera que podamos hacer uso del mismo después, si no lo aprovechamos en el momento se pierde y es un recurso que no recuperaremos.
Hoy estamos consumiendo este recurso de manera muy distinta en todos sentidos, no podemos ir a un restaurante a comer y convivir, pero podemos aprovechar el tiempo que tenemos en aprender a cocinar nuestros platillos favoritos y disfrutar un espacio de creatividad en la cocina. Si en nuestra rutina anterior aprovechábamos para escuchar las noticias en el tráfico, hoy tenemos que hacer un esfuerzo para leerlas durante la mañana en un espacio dedicado a ellas o recordar prender la radio mientras desayunamos en casa y nos movemos de un espacio a otro para ponernos a terminar los pendientes del día.
En otros casos, los menos afortunados tuvieron que comenzar a invertir su tiempo en crear una nueva forma de ingresos desde casa debido a la pérdida del empleo formal o a la disminución de sus salarios debido a la contracción económica que estamos viviendo. Otros muchos simplemente están intentando recuperar las horas de descanso que no habían podido tener en años.
Este tiempo recobrado para hacer otras cosas me ha dejado pensando en cómo lo usaba y cómo ha cambiado mi consumo a partir de la nueva realidad que vivimos. Independiente de recuperar los tiempos de transporte he perdido el tiempo que dedicaba a mi salud, no es lo mismo mantener una rutina de ejercicio cuando no tienes más que a ti mismo como regulador de avance en esa práctica. Para mí, el ejercicio se había compartido en un espacio personal acompañada, ahora cuando tengo más tiempo me falta la compañía.
El consumo de tiempo nos ha transformado, hemos cambiado espacios de convivencia con amigos por pasar tiempo en casa, ejercicio en un gimnasio por tiempo con las mascotas, platicar en el café con compañeros de trabajo por lavar los platos sucios del desayuno. Mientras las líneas entre vida personal y vida laboral se desdibujan y adaptan durante el día al trabajar desde casa también reentrenamos nuestros hábitos para adaptarnos a nuestra nueva realidad, misma que se veía tan lejana e hipotética que aparentaba ser idílica antes de tener que vivirla sin tomar la decisión de hacerlo o no.
En las grandes ciudades evitar el tráfico y usar ese tiempo para desayunar tranquilamente sentados a la mesa por la mañana y por la tarde leer un libro o disfrutar una serie, ha sido un parte aguas para la salud mental de muchos. Poder usar este recurso que hemos recuperado para despertar la creatividad y retomar pasatiempos que habíamos olvidado disfrutar por el caos de la vida diaria es una de las mayores enseñanzas a que nos deja este periodo.
¿Cómo hacer para no desperdiciar estos minutos que recuperamos diariamente antes de volver a perderlos al regresar al caos del tráfico y la vida en oficina? Lo primero es analizar qué realmente estamos disfrutando hacer, qué actividades suman a nuestro perfil personal y/o profesional, preguntarnos si estamos tomando medidas para mantener la salud mental y física en el mejor estado posible. Después de contestar estas preguntas, construir una rutina que las incluya y lo suficientemente flexible para poderse acoplar una vez que regresemos a la nueva realidad.
Nuestro consumo del tiempo ha cambiado y debe continuar modificándose conforme nuestra vida cambia, debemos estar conscientes de que es un recurso no renovable, que no podemos ahorrarlo, por eso debe ser aprovechado segundo a segundo, ya sea descansando, mejorando algún aspecto de nuestra vida o conviviendo con nuestros seres queridos.