Esa impulsiva inspiración creativa
“Todo niño es un artista, el problema es seguirlo siendo cuando crecemos”
– Pablo Picasso
¿Cuántas veces oímos a las personas llamarse a sí mismos “poco creativos”, “sin inventiva” o el típico “yo no sé dibujar”? Personalmente, muchísimas veces, incluso estoy acostumbrada a escuchar a otros compañeros diseñadores y artistas decir “hoy no traigo inspiración”, “hoy no soy creativo”.
Desde pequeña, mi responsabilidad en los equipos era “hacer los dibujos bonitos en las cartulinas”. Honestamente, ahora que crecí y mis ilustraciones comienzan a parecerse más y más a lo que hacía en primaria, empiezo a cuestionarme si me gané ese puesto en mi grupo de amigos sólo porque seguí dibujando y ellos no, incluso cuando hubo gente me decía que “no podía”, que estaba muy “feo” y tal vez, como yo no me la creí lo suficiente, los demás tampoco, terminé convirtiéndome en “la creativa” de mi grupo de amigos.
Después, poco a poco empezaron a llegarme las responsabilidades para con el mundo, eso que mencioné sobre “hacer los dibujos bonitos”, puede sonar sencillo, pero recuerdo bien lo frustrante de cuando no sabía qué colores elegir o cómo hacer los trazos, esa era mi única responsabilidad y, si no podía hacer eso, entonces, ¿qué más podía ofrecer en mi equipo?
Al crecer, esas “responsabilidades” adquiridas se convirtieron en un hábito, incluso en mis equipos de la universidad donde estaba con otros diseñadores y en trabajo… Claramente me topé (estrellé) con pared, no una ni dos veces, y volví a cuestionarme el “si no estoy pudiendo con esto, entonces ¿qué más puedo ofrecer?”, poniendo en tela de juicio mi valor como Diseñadora. Todo porque esa impulsiva inspiración creativa decidía no presentarse a las reuniones de las 11:30 am para ayudarme a resolverle algo a un cliente… yo estaba ahí, ella no.
El problema, como lo veo, es que, si como creativo dejas que ese sentimiento de falta de inspiración te consuma, puede llevarte a una zona muy obscura donde no dejas de decirte ¡¿Por Dios eres Diseñadora y no se te ocurre una solución?! Y estoy segura de que no he sido la única que se ha sentido así, a muchas personas las asedian distintas preguntas antes de dormir “¿No tienes miedo de que tu mejor idea ya la hayas tenido?”, “¿no tienes miedo de no tener éxito?”, “¿no tienes miedo de nunca triunfar con tus ideas?” Y tiene todo el sentido del mundo, por alguna razón ser creativo es algo que “debería darte miedo”. Antes de entrar a la carrera de Diseño Industrial muchas personas me decían: “¿y de qué vas a vivir?”, o mientras estudiaba: “oye y ¿no tienes que estarte metiendo drogas a cada rato?”, como si yo sola no fuera a poder…
Por eso no me extraña la cantidad de artistas que han sido destruidos por sus propios dones, por su huraño impulso creativo que no llegó a tiempo en cierto momento de la historia. Pero esta presión social se vuelve peligrosa cuando empezamos a pensar inconscientemente que la creatividad y el sufrimiento son inherentes: “Pobre de ti, ¿no te da miedo que tus ideas fracasen por no ser suficientemente creativas?” A ver… Si yo decido tener este tipo de pensamientos y dejo que me consuman, probablemente ni si quiera me dará tiempo de llegar a terapia antes de haber cometido suicidio emocional, matando mis ilusiones y arrancándome las pestañas por ansiedad.
El primer paso para alejarnos de este terreno tan dramático es dejar de ver a la inspiración como un ente que vive fuera de nosotros y se presenta sólo ante un desequilibrio mental o estando en drogas, esto deforma y distorsiona egos y crea expectativas inmanejables sobre el rendimiento. Estoy segura de que incluso ésta ha sido la razón de que posibles artistas con mucho potencial prefirieran dedicarse a otra cosa, como la contaduría (no está mal ser contador, está mal no seguir tus sueños solo por presión).
Las buenas ideas en el mundo no fueron producto de una iluminación divina o un duende que les echó polvos mágicos a los artistas y creativos mientras dormían, no es algo que te va a suceder accidentalmente porque se alinearon los planetas o porque ingeriste hongos, hay procesos, métodos y herramientas… No, no está bien caer en el síndrome del impostor y convertirte en el atormentado creativo que no recuerda que las buenas ideas han salido de su propia cabeza. Y no, no estás solo y a tus evasivos impulsos creativos los puedes controlar para que dejen de ser impulsivos.
Al final del día somos humanos y así como la vida sigue, nosotros debemos seguir con ella, a veces puede resultar difícil después de un gran proyecto porque no podemos dejar de pensar que es algo que nos pasó, en lugar de pensar que es algo que nosotros hicimos suceder. Todo es parte de un proceso, de dejar atrás al síndrome del impostor, de entender que la inspiración no es una iluminación divina externa a nuestro proceso creativo, de seguir trabajando, de seguir intentando, de repetirnos una y otra vez: “no tengas miedo”, “no te abrumes”, “solo haz tu trabajo”.
Mantener alimentada a nuestra evasiva e impulsiva inspiración creativa no es tan difícil y si lo hacemos todos los días podemos encontrar en ella a nuestra mejor aliada. Personalmente creo que hay al menos 40 formas de hacerlo:
- Empieza de una vez.
- Crea un tablero inspiracional y mantenlo actualizado.
- Júntate con personas creativas.
- Espía a tu competencia (no le diré a nadie).
- Experimenta.
- Haz listas.
- Rompe tu rutina.
- Haz más bocetos.
- Utiliza notas.
- No pierdas la Fe, una buena idea es difícil conseguirla, pero rendirse siempre será demasiado fácil.
- Piensa en tres cosas imposibles, todo parece imposible hasta que se hace.
- Visita museos.
- Practica.
- Limpia tus bandejas de entrada.
- Borra imágenes viejas que sólo ocupan espacio.
- Escucha pláticas motivacionales.
- Cuestiona todo.
- Socializa.
- Visita exposiciones.
- Acepta retroalimentación.
- Juega.
- Medita.
- Intenta un nuevo hobby.
- Ponte retos.
- Visita a tus amigos.
- Escucha música diferente.
- Organiza tus espacios.
- Ve películas.
- Aprende nuevas habilidades.
- Lee.
- Comparte tus ideas.
- Colabora con otros.
- No compares tu proceso con el de otros.
- Desconéctate de los distractores.
- Supera tus miedos.
- Sé curioso, investiga más.
- Come otros alimentos.
- Ten el valor de intentar algo nuevo.
- Descansa.
- Y sobre todo termina lo que empiezas.
Al final, en realidad lo difícil es la autoconfianza y la tenacidad de seguir intentando, eso es lo más importante de fomentar… “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” -Pablo Picasso.